Estamos en verano. Os advierto que desde hace unos años mis veranos han sido bastante calmados, pero en tiempos atrás me movía más en la costa que los cassettes de Georgi Dann: Las juegas, los cubatillas (a miles), las "guiris" (no tantas), la playa, la noche, los pubs, las discotecas, los platos combinados, etc, formaban parte de mi "Modus Vivendi" estival.
Ahora, hoy en día y aunque me lo propusiera, difícilmente podría llevar el mismo ritmo, y es ahí cuando pasas a analizar cosas "Oídas por tus Ojos y Vistas por tus Oídos". Y realmente no son pocas las cosas que ahora, al igual que en su día, me sorprenden. Yo creo que la lista sería casi interminable y las costumbres del turista extranjero, sin duda, coparían gran parte de esa lista: Sus vestimentas, sus costumbres culinarias, sus horarios, sus compras,... Desmenuzando todos y cada uno de estos aspectos, sería casi interminable la lista de detalles bizarros que podríamos encontrar en todos y cada uno de ellos.
Pero mi "Cascarrabiez" de hoy se va a centrar en uno de los aspectos culinarios de esta gente. Mi extrema repulsa por casi todas sus costumbres alimenticias va más allá de detalles, como por ejemplo, que sean capaces de comer una rica paella, con sus gambas y gambones ("Makinavaja, Makipoeta") acompañándola de un batido de chocolate o de un té con leche, o de que castiguen sus estómagos con infames sangrías con un 60% de azúcar, o de que pongan cara de asco ante un plato de "Secas amb butifarra" (Judías con butifarra) cuando ellos para desayunar se toman una bandeja entera llena de judías de peor calidad con infames salchichas de perro (de Frankfurt).
En realidad, hay un "algo" en esas costumbres suyas que hace que, desde los remotos años 80's hasta la actualidad, mis trigéminos sufran fuertes esguinces y que mi escroto suba hasta la tráquea:
EL BOCADILLO DE PATATAS FRITAS
¡¡¡¡La madre que los parió!!!!
Vamos a ver, estamos en uno de los países del mundo donde mejor se come (si no el mejor). A la riqueza y calidad de las materias primas, podemos sumar un extremo cuidado en cuanto a la elaboración y presentación de los platos. Si se quieren comer un bocadillo, lo cual es lo más normal del mundo, hay un sinfín de excelentes productos para acompañar el pan. Y es que a veces no se trata de escoger un producto de alto precio y calidad; estamos de acuerdo en que no todos los status económicos pueden permitirse lo mismo, desde luego, pero es que hasta un bocadillo de tortilla francesa (¡¡¡ya me diréis qué cosa más complicada!!!), puede llegar a resultar tan agradable al paladar como un bocadillo de jamón de Jabugo (y que conste que con el Jabugo, pan sí, pero con mesura).
Pero no, la bizarrez culinaria de un gran número de nuestros turistas se centra en degustar unos ¡¡¡ricos bocadillos de patatas fritas!!!, eso sí, con mucha Mostaza y mucho Ketchup, ¿para qué?, pues evidentemente para borrar cualquier resquicio de sabor decente, ¡¡¡a ver si es que al final el pan también va a saber a pan y entonces vayamos a joderla!!!. Claro que, además, no os creáis que son ricas patatas de la Rioja fritas en aceite de oliva de nuestros olivos de Jaén, no. Es que claro, para ellos, parecen ser mejores las patatas fritas esas ¿prefabricadas?, que se venden congeladas en los supermercados.
Y es que al final, ver a un grupo de "guiris" cenando en una terraza cualquiera de la costa, es casi, casi lo más parecido que he visto a un jodido cuadro de la Santa Cena: caras demacradas en algunos casos (en otros, sonrojadas), en el medio siempre uno que lleva la voz cantante, el pan, la sangría de garrafón (su sustituto natural del vino) y solamente hay que añadir los platos de ese extraño sucedáneo de patatas fritas, que maldita la gracia nos haría a cualquiera de los de aquí.
Gastan dinero, y tanto que gastan dinero, pero solamente en atrocidades alimenticias que les cuestan el mismo dinero que otras cosas propias (y ricas, muy ricas) de nuestro país, sólo con la diferencia de que a la vuelta a sus países, a buen seguro, tienen a toda una legión de médicos del sistema digestivo esperándolos. ¡¡¡Que se jodan!!!.
Y es que el tiempo pasa y si te vas fijando en las mesas y en las actitudes de los comensales de gran parte de los extranjeros que nos visitan, los 80's tampoco han desaparecido ya que, muy a mi pesar, siguen con los mismos hábitos de por aquel entonces.
He dicho.
Nutritivos Saludos Ochenteros.