¡¡¡Esto no puede ser!!!... ¡¡¡No puede estar pasando!!!... Luego, claro, ¿cómo no voy a ser un cascarrabias, eh?... Si es que es imposible no estar en un continuo estado de cascarrabiez... Y es que diría más, creo que después de esto voy a quedar para siempre afectado de "Cascarrabitis Aguda", pseudopatología contra la que no hay fármaco conocido para combatirla, ni siquiera los tratamientos de choque contra la rabia...
Mi estado de desesperación roza ya cotas inimaginables... ¿Recordáis el "affaire" del Sr. Coyote con el Sr. Correcaminos?... Bien, pues estoy muchísimo más desesperado que el tal Coyote...
Y es que desde que me enteré de esto no duermo, tengo náuseas, vómitos, Delírium Trémens, me han salido ojeras en los labios, hemorroides en los ojos, callos en las orejas. Voy corriendo de un lado a otro sin parar, despavorido cual energúmeno, sujetándome el cabezón con las dos manos y sin control alguno sobre mi vejiga y con las glándulas salivales y sudoríparas segregando con una intensidad desproporcionada.
Y todo esto es debido a que unos extraños seres llamados diseñadores, creadores de indumentarias ridículas, después de reunirse en el Certamen de Moda de Cibeles han decidido volver a poner de moda....................
LOS CALCETINES BLANCOS
Vamos a retroceder unos años, Ochenteros de mis almas...
En la década de la cual trata este pequeño tenderete, los 80's, a los garrulos se los distinguía por muchos factores, pero uno, el inequívoco, era por su pasión desmedida por vestirse con pantalones de pitillo que no les llegaban ni siquiera a los tobillos, usar calzado oscuro y, entre medio, llevar unos flamantes calcetines blancos coronados por dos omnipresentes rayas de dos o tres centímetros de color rojo y azul.
Yo creo que eran una especie de símbolo: cuanto más destacaban, más importancia tenía en su tribu el interfecto que los usaba.
Y es que en realidad, los 80's fueron horteras. Muy horteras, indumentariamente hablando. Pero es que no, ni las hombreras, ni los pantalones bombachos, ni los de pitillo, ni los flecos (de ellos hablaré otro día), ni los zapatos náuticos, etc, no, el súmmum de todo ello eran esas dos pequeñas piezas de ropa, elaboradas a base de fibras acrílicas o de algodón, las cuales estaban destinadas a señalar, sin necesidad de usar mayúsculas, quién era un garrulo y quién no.
Pues mirad por donde, en la actualidad, me da la sensación de que van a servir para que, otra vez sin necesidad de usar mayúsculas, podamos distinguir a los payasos, y no necesariamente a los señores que se ganan la vida con esa profesión.
A veces pienso que el mundo está loco y que si por destacar se trata se ha de hacer al precio que sea, sinceramente, y viendo el mundo de la moda desde la barrera y no siendo precisamente una persona excéntrica en este sentido, creo que se le ha dado una importancia desmedida a este exclusivo grupo de seres extraños llamados diseñadores, creadores de tendencias, etc.
Y lo peor de todo, es que como siempre, otro grupo, pero este de tarados, los llamados "Fashion Victims", van a actuar cuales borreguitos y van a vestir con ellos y con otros cientos de mamarrachadas que, lejos de dar con ellas un aspecto vulgar y macarra como sus primos segundos los garrulos, van a ser los mismos soplagaitas de siempre paseando como vulgares horteras por doquier, pero eso sí, erigiéndose como símbolos paradigmáticos de la modernidad y del aparente buen gusto.
Invernales Saludos Ochenteros.